Cerremos los ojos,
pensemos en todo aquello que nos gusta,
en la persona que queremos,
en todas esas que hace mucho no vemos,
pero que en nosotros dejaron una huella,
tan brillante como una estrella,
recordemos esas dulces criaturas
que tan buenos ratos nos hicieron pasar,
en esos compañeros,
que en su día no enseñaron a jugar,
en aquel amigo que siempre te iba a ayudar
y nunca te dejó pelear.
Pensad en la primera cita que tuvimos,
cuando aprendimos a besar,
a descubrir que hay pocos años para disfrutar,
que a medida que creces,
muchos de esos que te llegaron al corazón,
con ellos no podrás hablar,
un ejemplo, la primera chica que nos comenzó a gustar,
o aquella profesora que siempre nos aprobó aunque no hubiese razón.
No abramos los ojos todavía,
recordemos a esas personas,
que antes y ahora, por nosotros,
nunca se han dejado de preocupar,
así como esa persona que tanto nos ama,
y no dejaremos de amar,
que mientras pueda,
a nuestro lado va a estar.
Pensemos en estas cosas,
durante unos segundos,
olvidémonos durante esos instantes,
de todo los males y catástrofes,
que a lo largo de nuestra vida,
debemos sufrir o contemplar.